Hoy más que nunca, para los viajeros no basta visitar atracciones, también buscan degustar culturas, historias y vínculos locales a través del paladar.
Según un análisis de Grand View Research En 2023, el mercado global del turismo culinario registró unos ingresos estimados en USD 11 525,7 millones, con proyecciones que apuntan a alcanzar USD 40 527 millones en 2030, lo que se traduce en un crecimiento anual compuesto cercano al 19,7 %.
En la era digital, la comida ha pasado de ser un “extra” de viaje a un imán decisivo. Un estudio reciente señala que 88 % de los viajeros elige destinos con base en nuevas experiencias culinarias, mientras que el 83 % prioriza ir a un restaurante premiado y 35 % aceptaría pagar más por una vivencia gastronómica única. (Hospitality Net) La transformación es clara: reservar mesa puede tener tanta —o más— importancia que comprar el boleto de avión.
Este fenómeno encuentra su origen en la expectativa de los turistas de “vivir la cultura” de cada destino: seguir rutas gastronómicas, asistir a festivales locales, aprender en clases de cocina o compartir la mesa con productores y cocineros. En otras palabras, el viajero contemporáneo desea que cada mordisco sea un relato.
"La gastronomía dejó de ser un servicio para convertirse en un lenguaje. Cada experiencia culinaria puede narrar quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Las marcas que entienden que la gastronomía es cultura en acción logran proyectar autenticidad y propósito, construyendo vínculos emocionales que trascienden la experiencia inmediata", explica Carolina Trasviña, Client Services Director – Travel & Hospitality en another, agencia de comunicación estratégica con importante presencia en LATAM.
Los nuevos arquitectos del relato culinario
Son los millennials quienes han llevado la gastronomía al centro de sus decisiones viajeras: más del 60 % de ellos ha declarado que el atractivo culinario de un destino fue determinante para elegirlo. Aunque la generación Z sigue esa línea, su enfoque es más crítico: buscan autenticidad, sostenibilidad y cercanía con comunidades locales.
Mientras tanto, generaciones mayores —como la X o los baby boomers— aportan su peso en el gasto: prefieren experiencias más exclusivas, cenas temáticas o degustaciones premium. Pero es el gusto de los jóvenes el que impone tendencias y potencia el efecto viral de los sabores en redes sociales y medios.
Gastronomía, bienestar y narrativa de marca en el nuevo turismo
El turismo gastronómico ya no solo satisface el apetito: alimenta el bienestar subjetivo. Un estudio reciente publicado en Heliyon sobre 360 turistas demuestra que las experiencias culinarias —en cuanto a ambiente, servicio y atmósfera— elevan la satisfacción global del viaje. Así, cada plato se vuelve memoria, emoción y sello personal.
Del lado de las marcas y destinos, existe una oportunidad estratégica: transformar la mesa en un lenguaje de valores. La gastronomía como storytelling vivo permite comunicar sostenibilidad, identidad local o innovación desde una experiencia tangible.
Un buen indicador de esa transición lo ofrece el “New Luxe Landscapes Report”: en ciertos mercados asiáticos, 81 % de los viajeros elige hoteles por su oferta gastronómica de alta gama, y 83 % escoge destinos motivados por restaurantes reconocidos. (Luxury Daily) Este peso de la cocina en viajes de lujo revela que la mesa ya es epicentro de la experiencia.
Más allá del plato
Cuando la gastronomía se convierte en herramienta cultural, el resultado va más allá de satisfacer el gusto. Representa una plataforma para construir comunidad, legitimidad y reputación. Las marcas que diseñan experiencias gastronómicas con propósito —que respetan ingredientes locales, prácticas sostenibles y raíces— consiguen un vínculo emocional con el viajero más allá del momento.
Como lo expresa la directiva Trasviña: “el reto no es solo atraer viajeros, sino diseñar vivencias que reflejen valores culturales y sostenibles”. Cada cena, cada bocado, comunica quiénes somos y cómo queremos que nos recuerden.
El turismo gastronómico ya no es un accesorio: es narración, inspiración y puente entre culturas. Para el viajero, significa recorrer identidades con el paladar. Para marcas y destinos, es la ocasión de tejer confianza, comunidad y relato con algo universal: la comida.
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